La producción de alimentos, ya sea en la agricultura como en la ganadería, se enfrenta en la actualidad a un escenario de paradojas e incertidumbres: 

Es la única ocupación verdaderamente esencial en las sociedades modernas, pero sin embargo goza de un estatus inferior al de muchas otras ocupaciones. Por ejemplo, según el Centro de Estudios Andaluces, la agricultura aparece en penúltimo lugar en un ranking de prestigio social de profesiones, sólo por delante de la profesión de camarero y camarera, con una media en una escala del 1 al 7 de 4,83 y de 4,65 puntos de media, respectivamente.

Disponemos de más conocimientos sobre el medio natural y rural que nunca, pero la paulatina urbanización de la sociedad ha hecho que la mayor parte de la población ignore cómo se producen sus alimentos y el impacto que provoca. Un tercio de la población no sabe nada acerca de la Política Agraria Común (PAC), y una de cada dos personas se considera poco informada sobre el medio ambiente.

A esto se añaden las diferentes visiones del territorio productivo que se tienen desde los entornos urbano y rural: