Una de las bases de este nuevo modelo agroecológico son los Sistemas Alimentarios Territorializados (SAT), que se definen como un “conjunto de cadenas productivas agroalimentarias que responden a los criterios del desarrollo sostenible, localizadas en un espacio geográfico de dimensión regional y coordinadas por una gobernanza territorial”.

 

El desarrollo de estos SAT en nuestro país, además de generar empleo, puede ser el revulsivo económico y demográfico que necesita el territorio rural español, y un alivio para la presión ambiental y climática que supone nuestro sistema alimentario actual. 

Relocalizar flujos de producción en circuitos cortos permite que el dinero circule varias veces entre las poblaciones locales, dejando valor en el territorio y posibilitando la vida en el mismo. Las fincas agroecológicas y los modelos de explotación tradicionales generan más mano de obra por unidad de superficie, y la multifuncionalidad reduce las oscilaciones económicas. Ante el panorama actual, los SAT suponen un enfoque muy adecuado para afrontar el relevo generacional.